Hacer arquitectura

Esta cuestión casi filosófica, que ha sido debatida en las escuelas de arquitectura, tanto en épocas pasadas, como en tiempos y lugares más cercanos a nuestro entorno actual, no puede entenderse sin una motivación o primer acercamiento a su significado.

En todo este camino, ha habido y hay personas que te guían en tu destino, que te marcan, algunas de ellas muy cercanas, como profesores, compañeros, familia, amigos, etc, y otras que solo conoces por sus obras y proyectos, por los libros, por los viajes, etc. De todas ellas aprendes lo bello de lo constructivo y de lo proyectado, pero también descubres las dificultades, y que aprendiendo de las dificultades se superan las adversidades.

Cada vez que ante nuestra mesa llega un nuevo trabajo, llega la necesidad de un cliente de resolver un problema. En ese momento su problema pasa a ser nuestro problema, y le ayudamos para que el objetivo de vivir/trabajar/invertir en una edificación que le satisfaga, que funcione, y por qué no decirlo, que le suponga el menor desembolso posible y cumpla con todas sus expectativas.

Como hemos relatado no todo es estética, hay dificultades y cuestiones que resolver que para nada tienen que ver con lo artístico, sino más bien al contrario.

Estábamos describiendo la llegada de nuevos trabajos, de nuevos retos, de problemas que resolver, de lucha para con esa normativa, y recordamos que desgraciadamente, no sólo hay arquitectura en el paisaje, en el territorio, y por supuesto en los edificios, sino que también tenemos que escribir arquitectura, y nos referimos a escribir, como calcular, justificar, etc. Todos esos documentos que pocos clientes leen, porque pocos entienden que forme parte de su requerimiento o deseo, ni de la resolución a su problema.

Y de aquí, es de donde queremos partir, del momento que USTED llega o quiere llegar al arquitecto, donde desea que tomemos conciencia de su problema y le acompañemos, que le aportemos soluciones y que estas soluciones sean de su plena satisfacción.

Decía Alberto Campo Baeza, dos cuestiones importantes a la hora de abordar un proyecto o encargo. Ambas definen y ensalzan nuestra labor, la primera decía ”una idea no es una ocurrencia, sino el final de una destilación con muchos ingredientes: lugar, función, economía, clientes, orientación…”, y la otra es definirnos como “médicos”. Nosotros diríamos más, debemos ejercer de psicólogos o terapeutas de nuestros clientes. A cualquier persona que lo que desea es hacerse su vivienda, su hogar, o el negocio que le sirve de sustento, no puede entender, que existan limitaciones, ni que las cosas no sean como las desea. Debemos entonces mediar para conseguir que esos deseos se consigan, enjuagarlos y filtrarlos por el corsé normativo, que le cueste lo que pensaba gastar, y que el resultado sea de su agrado.